Trauma y plasticidad cerebral

¿Alguna vez te has preguntado cómo algunas personas parecen superar experiencias durísimas que podrían dejar marcada a cualquiera?

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El trauma puede alterar la forma en que percibimos el mundo.

¿Has visto la película de la sociedad de la nieve? 

Por si no sabes cuál es, se trata de una película donde un grupo de personas se queda atrapada en Los Andes durante meses. Para sobrevivir, tienen que comerse los cuerpos de las personas que no han sobrevivido. 

A raíz de ver esta película y escuchar las entrevistas a los supervivientes, quiero compartir contigo un poco de lo fascinante del ser humano.

¿Alguna vez te has preguntado cómo algunas personas parecen superar experiencias durísimas que podrían dejar marcada a cualquiera? 

Déjame decirte que la clave está en la neuroplasticidad del cerebro y la forma en que nuestras experiencias moldean nuestra mente.

Y para contarte más sobre eso, primero quiero hablarte del trauma

Se considera trauma a cualquier experiencia que satura nuestro sistema nervioso y nos hace cuestionar nuestra capacidad para seguir adelante. 

El trauma puede ser causado tanto por situaciones que se dan una única vez, como un accidente de avión, como por la acumulación de muchos abusos emocionales a lo largo del tiempo.

El trauma se puede manifiestar de muchas formas y puede afectar a cualquiera persona en cualquier momento de la vida.

Lo interesante es entender cómo el trauma impacta en nuestro cuerpo y mente.

¿Cómo nos afecta el trauma?

Y es que los cambios fisiológicos causados por el trauma pueden alterar la forma en que percibimos el mundo y cómo interactuamos con él.

Nuestro sistema de alarma en el cerebro se recalibra, aumenta la actividad de la hormona del estrés y se altera nuestra capacidad para filtrar la información relevante. 

En ese estado, nuestro cuerpo lo percibe todo como una potencial amenaza, y empiezas a vivir constantemente en alerta y con estrés.

Como resultado, nos volvemos hipervigilantes ante las amenazas, factor que puede complicar llevar el día a día con “normalidad”, afectando así nuestro estado de ánimo y autoestima.

¿Sabías que nuestro cerebro es mucho más flexible de lo que se pensaba, y que seguimos creando neuronas nuevas cada día? 

Está demostrado que desde el nacimiento hasta la muerte, somos capaces de generar nuevas células cerebrales, regenerar las antiguas e integrar nuevos aprendizajes. 

Brutal, ¿no?

Es una maravilla. Y, aplicado a tu favor, tiene infinitas ventajas. 

Significa que el trauma no te define, ni determina tu destino. 

Puedes sanar y crecer, incluso en las circunstancias más difíciles.

Entonces, ¿cómo puedes aprovechar esta increíble capacidad del cerebro para sanar el trauma? 

En terapia aprendemos a recablear el cerebro, desconectando ese sistema de alarma asociado a estímulos que en realidad son neutros pero nuestro cerebro percibe como amenazantes, y ampliando la ventana de tolerancia del sistema nervioso para que puedas vivir una vida más tranquila y no terminar agotada, sufriendo ansiedad o burnout

Para ello, creamos un entorno seguro donde te puedas abrir a la experiencia de acercarte a aquello que te genera sufrimiento y dolor y empezamos a enseñar de nuevo al cerebro que tienes recursos para manejar eso que te produce tanto miedo, haciéndote sentir segura. 

De esta manera, tu mente, poco a poco, deja de entrar en pánico con todos esos estímulos, pues ahora siente, en todo momento, que tiene el control de la situación, que tiene recursos para afrontarlo. 

Para favorecer esta reconexión, además de la terapia, también ayuda hacer deporte o alguna actividad que conlleve ejercicio corporal, ya que se ha demostrado que el deporte ayuda a activar la neuroplasticidad del cerebro

Eso sí: esto no es como tomar una pastilla y esperar media hora a ver los efectos, requiere de esfuerzo y constancia. De media un proceso de terapia puede durar de 1 a 2 años, y los procesos más largos pueden llegar a durar más de 5 años. Aunque, eso sí, todo depende de los motivos de consulta, del tipo de terapia y de las necesidades y ritmo de cada persona. 

Lo importante es que encuentres un espacio seguro y escuches tu propio cuerpo y sigas tu propio ritmo y tu propio proceso.

Quiero que sepas que si estás luchando con las secuelas de un trauma, no estás sola. 

Sanar es mucho más fácil y llevadero si lo haces acompañada.

Busca apoyo en tu entorno más cercano, pide ayuda de una buena profesional.

Cada proceso de sanación es diferente, pero siempre posible con las herramientas y el acompañamiento adecuado.

Recuerda, tu historia no termina con el trauma. 

Es solo el comienzo de tu viaje hacia la transformación y el crecimiento.

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